Tuesday, December 05, 2023

Uma Balada de Olga Orozco

 


BALADA DE LOS LUGARES OLVIDADOS

Olga Orozco

Mis refugios más bellos,

los lugares que se adaptan mejor a los colores últimos de mi alma,

están hechos de todo lo que los otros olvidaron.

 

Son sitios solitarios excavados en la caricia de la hierba,

en una sombra de alas; en una canción que pasa;

regiones cuyos límites giran con los carruajes fantasmales

que transportan la niebla en el amanecer

y en cuyos cielos se dibujan nombres, viejas frases de amor,

juramentos ardientes como constelaciones de luciérnagas ebrias.

 

Algunas veces pasan poblaciones terrosas, acampan roncos trenes,

una pareja junta naranjas prodigiosas en el borde del mar,

una sola reliquia se propaga por toda la extensión.

Parecerían espejismos rotos,

recortes de fotografías arrancados de un álbum para orientar a la nostalgia,

pero tienen raíces más profundas que este suelo que se hunde,

estas puertas que huyen, estas paredes que se borran.

 

Son islas encantadas en las que sólo yo puedo ser la hechicera.

 

¿Y quién si no, sube las escaleras hacia aquellos desvanes entre nubes

donde la luz zumbaba enardecida en la miel de la siesta,

vuelve a abrir el arcón donde yacen los restos de una historia inclemente,

mil veces inmolada nada más que a delirios, nada más que a espumas,

y se prueba de nuevo los pedazos

como aquellos disfraces de las protagonistas invencibles,

el círculo de fuego con el que encandilaba al escorpión del tiempo?

 

¿Quién limpia con su aliento los cristales y remueve la lumbre del atardecer

en aquellas habitaciones donde la mesa era un altar de idolatría,

cada silla, un paisaje replegado después de cada viaje,

y el lecho, un tormentoso atajo hacia la otra orilla de los sueños;

aposentos profundos como redes suspendidas del cielo,

como los abrazos sin fin donde me deslizaba hasta rozar las plumas de la muerte,

hasta invertir las leyes del conocimiento y la caída?

 

¿Quién se interna en los parques con el soplo dorado de cada Navidad

y lava los follajes con un trapito gris que fue el pañuelo de las despedidas,

y entrelaza de nuevo los guirnaldas con un hilo de lágrimas,

repitiendo un fantástico ritual entre copas trizadas y absortos comensales,

mientras paleada en las doce uvas verdes de la redención—

una por cada mes, una por cada año, una por cada siglo de vacía indulgencia—

un ácido sabor menos mordiente que el del pan del olvido?

 

¿Por qué quién sino yo les cambia el agua a todos los recuerdos?

¿Quién incrusta el presente como un tajo ante las proyecciones del pasado?

¿Alguien trueca mis lámparas antiguas por sus lámparas nuevas?

 

Mis refugios más bellos son sitios solitarios a los que nadie va

y en los que sólo hay sombras que se animan cuando soy la hechicera.

BALADA DOS LUGARES ESQUECIDOS

Meus mais belos refúgios,

os lugares que melhor se adaptam às cores definitivas da minha alma,

Eles são feitos de tudo que os outros esqueceram.

 

São lugares solitários escavados na carícia da grama,

numa sombra de asas; em uma canção passageira;

regiões cujas fronteiras giram em carruagens fantasmas

que carregam a névoa na madrugada

e em cujos céus se desenham nomes, velhas frases de amor,

juramentos ardentes como constelações de vaga-lumes ébrios.

 

Algumas vezes passam cidades terrenas, acampam trens roucos,

Um casal colhe laranjas prodigiosas à beira do mar,

uma única relíquia se espalha por toda a extensão.

Pareceriam miragens quebradas,

recortes de fotografias arrancadas de um álbum para guiar a nostalgia,

Mas eles têm raízes mais profundas do que este solo afundado,

essas portas que fogem, essas paredes que se apagam.

 

São ilhas encantadas onde só eu posso ser a feiticeira.

 

E quem mais sobe as escadas para aqueles sótãos entre nuvens

onde a luz zumbia excitada no mel da sesta,

reabre o baú onde jazem os restos de uma história implacável,

sacrificado mil vezes a nada além de delírio, nada além de espuma,

e se prova de novo os  pedaços

como aqueles disfarces dos protagonistas invencíveis,

o círculo de fogo com que deslumbrou o escorpião do tempo?

 

Quem limpa as janelas com o hálito e retira a luz do entardecer?

naquelas salas onde a mesa era um altar de idolatria,

cada cadeira, uma paisagem dobrada após cada viagem,

e a cama, um atalho tempestuoso para a outra margem dos sonhos;

câmaras profundas como redes suspensas no céu,

como os abraços intermináveis ​​onde deslizei até tocar as penas da morte,

até reverter as leis do conhecimento e cair?

 

Quem entra nos parques com o hálito dourado de todo Natal

e lava a folhagem com um pano cinza que serviu de lenço nas despedidas,

e entrelaça novamente as guirlandas com um fio de lágrimas,

repetindo um ritual fantástico entre copos quebrados e clientes absortos,

enquanto são colhidas as doze uvas verdes da redenção -

um para cada mês, um para cada ano, um para cada século de indulgência vazia –

um sabor ácido menos picante que o do pão do esquecimento?

 

Por que quem além de mim muda a água em todas as memórias?

Quem incorpora o presente como um golpe diante das projeções do passado?

Alguém troca minhas lâmpadas antigas por lâmpadas novas?

 

Meus refúgios mais lindos são lugares solitários onde ninguém vai

e onde só existem sombras que ganham vida quando eu sou a feiticeira.

Ilustração: Fandom.

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