EL ENDRIAGO
Mauricio Molina
A la memoria de Alexander Abraham
Amadís mira la muerte que llega con su traje
de conchas y algas, su olor de niebla y
apocalípsis. A punto de verter la sangre como
el vino que se pierde cuando amanece el
espíritu borracho, sella su suerte buscando
desde una ínsula el sol con una espada.
Sabe que la muerte es el laberinto en el que
se irá a perder el último elefante, la arena de
donde no regresan jubilosos los camellos.
Pero no sufre el caballero de Gaula lo que
en Peña Pobre: las olas arrastrando su cuerpo
inútil para los habitantes marinos, el viento
salado herrumbrando el metal de su deseo.
de conchas y algas, su olor de niebla y
apocalípsis. A punto de verter la sangre como
el vino que se pierde cuando amanece el
espíritu borracho, sella su suerte buscando
desde una ínsula el sol con una espada.
Sabe que la muerte es el laberinto en el que
se irá a perder el último elefante, la arena de
donde no regresan jubilosos los camellos.
Pero no sufre el caballero de Gaula lo que
en Peña Pobre: las olas arrastrando su cuerpo
inútil para los habitantes marinos, el viento
salado herrumbrando el metal de su deseo.
Su sueño está anclado en tierra : Oriana
desnuda que no lava su cuerpo en este mundo
de plancton, que prefiere la sequedad en el
desierto de su habitación, abrumada e indecisa
entre sus vestidos de reina.
desnuda que no lava su cuerpo en este mundo
de plancton, que prefiere la sequedad en el
desierto de su habitación, abrumada e indecisa
entre sus vestidos de reina.
O
ENDIAGRO
Em memória de Alexander Abraham
Amadís olha a morte que chega com seu
traje
de conchas e algas, seu odor de névoa
e
apocalipse. A ponto de verter sangue
como
o vinho que se perde quando o
espírito bêbado, sela sua sorte
buscando
de uma ílha o sol com uma espada.
Sabe que a morte é o labirinto em que
irá se perder o último elefante, a
areia de
onde não regressam alegres os camelos.
Porém, não sofre o cavaleiro de Gaula
o que
em Peña Pobre: as ondas arrastando
seu corpo
inútil para os habitantes marinhos, o
vento
salgado enferrujando o metal de seu
desejo.
Seu sonho está ancorado em terra:
Oriana
nua que não lava o corpo neste mundo
de plâncton, que prefere a secura
no deserto de seu quarto, oprimida e
indecisa
entre seus vestidos de rainha.
Ilustração: http://adalides.blogspot.com/.
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