Roberto
Sosa
Esto que suscribo
nace
de mis viajes a las inmovilidades del pasado. De la seducción
que me causa la ondulación del fuego
igual
que a los primeros hombres que lo vieron y lo sometieron
a la mansedumbre de una lámpara. De la fuente
en donde la muerte encontró el secreto de su eterna juventud.
De conmoverme
por los cortísimos gritos decapitados
que emiten los animales endebles a medio morir.
Del amor consumado.
desde la misma lástima, me viene.
Del hielo que circula por las oscuridades
que ciertas personas echan por la boca sobre mi nombre. Del centro
del escarnio y de la indignación. Desde la circunstancia
de mi gran compromiso, vive como es posible
esta luz que suscribo.
nace
de mis viajes a las inmovilidades del pasado. De la seducción
que me causa la ondulación del fuego
igual
que a los primeros hombres que lo vieron y lo sometieron
a la mansedumbre de una lámpara. De la fuente
en donde la muerte encontró el secreto de su eterna juventud.
De conmoverme
por los cortísimos gritos decapitados
que emiten los animales endebles a medio morir.
Del amor consumado.
desde la misma lástima, me viene.
Del hielo que circula por las oscuridades
que ciertas personas echan por la boca sobre mi nombre. Del centro
del escarnio y de la indignación. Desde la circunstancia
de mi gran compromiso, vive como es posible
esta luz que suscribo.
Esta
luz que subscrevo
Isto
que subscrevo
nasce
de minhas
viagens à imobilidade do passado. Da sedução
que me causa a ondulação do fogo
igual
a que os primeiros homens que a viram e o submeteram
a mansidão de uma lâmpada. Da fonte
onde a morte encontrou o segredo da sua eterna juventude.
De comover-me
pelos curtíssimos gritos decapitados
que emitem os animais fracos próximos de morrer.
Do amor consumado.
a partir da mesma pena, que de mim vem.
Do gelo que circula pela escuridão
que certas pessoas jogam pela boca sobre o meu nome. Do centro
de desprezo e de indignação. A partir do fato
de que meu grande compromisso, vive como é possível
esta luz que subscrevo.
que me causa a ondulação do fogo
igual
a que os primeiros homens que a viram e o submeteram
a mansidão de uma lâmpada. Da fonte
onde a morte encontrou o segredo da sua eterna juventude.
De comover-me
pelos curtíssimos gritos decapitados
que emitem os animais fracos próximos de morrer.
Do amor consumado.
a partir da mesma pena, que de mim vem.
Do gelo que circula pela escuridão
que certas pessoas jogam pela boca sobre o meu nome. Do centro
de desprezo e de indignação. A partir do fato
de que meu grande compromisso, vive como é possível
esta luz que subscrevo.
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