Vicente
Quirarte
Y
qué solos se quedan, los amantes:
Cómo
se estrujan, muerden, lamen, frotan,
cómo
sienten morirse sin el otro,
cómo
llevan al otro al moridero.
Cómo
siguen su rito sin relojes,
cómo
sudan y huelen y combaten.
Afuera
sale el sol, se afeita el día,
y
los amantes siguen, siempre solos.
Siempre
uno en el otro, caderamen
de
un animal bisiesto de ocho miembros.
Y
qué solo el amor del pelandrujo
que
en la calle se acopla a su pareja.
Nada
turba su ardor, ni el escobazo
que
interrumpe el chillido de los gatos.
Y
qué largo combate, mi enemiga,
el
trabado en el lecho. Cuánta fuerza
para
vencer al mal que los devora.
Afuera
la ciudad,
sus
plazas ya soleadas, sus corbatas.
Ellos
en la noche de sus cuerpos,
solos
con esa sed, con ese ansia.
OS AMANTES
E
quão sozinhos ficam, os amantes:
Como
se amassam, mordem, lambem, se esfregam,
como
sentem morrer um sem o outro,
como
levam o outro a morrer.
Como
seguem seu rito sem relógios,
como
suam e transpiram e combatem.
Lá fora
o sol se levanta, nasce o dia,
e os
amantes seguem, sempre sozinhos.
Sempre
e o outro, na sua cadeira,
um
animal bissexto de oito membros.
E que
só o amor grosseiro
na
rua acopla ao seu parceiro.
Nada
perturba o seu ardor, nem uma escovada
Interrompe
o miar dos gatos.
E
que longo combate, minha inimiga,
o travado
no leito. Quanta força
para
vencer o mal que os devora.
Lá
fora a cidade,
suas
praças já ensolaradas, os seus laços.
Eles,
na noite de seus corpos,
sozinhos
com essa sede, com essa ânsia.
Ilustração:
Leila Amat Ortega - WordPress.com.
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