XVIII
Adalber
Salas Hernández
El mar es, antes que cualquier otra cosa, una catástrofe. En su sentido original de vuelco súbito, de cambio inesperado, de final repentino.
Un cuerpo abrumador que se desploma. Imposibles de prever su rabia espumante, sus calmas espesas, su docilidad. Temible su quijada.
Es por ello que los mareantes han buscado siempre conjurarlo, aplacarlo, sobornarlo. Es por ello que la historia de la navegación puede ser contada a través de sus supersticiones, sus exorcismos, sus encantamientos.
Antes del radar o el sonar, antes de la navegación satelital, estaba la navegación sacrificial.
XVIII
O mar é,
antes de qualquer coisa, uma catástrofe. No seu sentido original de reviravolta
súbita, de mudança inesperada, de final repentino.
Um corpo avassalador que desaba. Impossível prever a sua raiva espumante, a sua calma densa, a sua docilidade. Temível sua mandíbula.
É por isto que os tontos sempre procuraram conjurá-lo, apaziguá-lo, suborná-lo. É por isto que a história da navegação pode ser contada através das suas superstições, dos seus exorcismos, dos seus encantamentos.
Antes do
radar ou do sonar, antes da navegação por satélite, existia a navegação
sacrificial.
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