Maria Sanz

Argonauta

Maria Sanz


Intrépido muchacho
aquél... Buscó mi templo
entre cientos de islas
para verme de cerca,

por saber si era cierto que yo estaba
desnuda entre unas míticas columnas
cuyo blancor se alzaba sobre el índigo
sereno de las olas.

Bello muchacho aquél... Rozó mis piernas
que ardían con el sol, tentó mi talle
ceñido por la brisa, y en mis manos
sus dorados cabellos se prendieron.

Dulce muchacho aquél... Llegó a dormirse
junto a mi pedestal, mas con el alba
-siempre hay un alba-, regresó a su nave.

Nunca se han explicado los arqueólogos
estas huellas extrañas
en mi cuerpo de mármol.

Argonauta

Rapaz corajoso
aquele ... que procurou meu templo
entre centenas de ilhas
para me ver de perto,

para saber se era verdade que eu estava
nua entre umas míticas colunas
cuja brancura se alçava sobre o índigo
sereno das ondas.

Belo rapaz aquele ... Roçou minhas pernas
que ardiam com o sol, mediu meu tamanho
cingido pela brisa, e em minhas mãos
seu cabelos dourados se prenderam.

Doce rapaz aquele ... Chegou a dormir
junto ao meu pedestal, mas, com o amanhecer
-sempre há um amanhecer, voltou ao seu navio.

Nunca foi explicado pelos arqueólogos
estas marcas estranhas
no meu corpo de mármore.