Juan Calzadilla
No sé si las palabras reconocen
tan bien como el pan su sitio en la mesa.
Si poseen instinto para diferenciar a su dueño
con la precisión con que lo hace
el olfato del perro.
Si como el pan y el vino ocupan
un lugar exacto en la mesa
comunicando calor a las manos seguras
de alguien que sabe en este momento
lo que quiere. Si viven en su fuero a merced
de lo que se espera de ellas
prestas a confiarnos,
cuando lo solicitemos,
el poema. O si, menos dadivosas que el pan,
solo renuentemente y con rabia
sabias por fin entregan sus vidas oscuras y terribles
a quienes, poniéndoles cerco,
obstinadamente ensayan descifrar sus misterios.
No sé si las palabras reconocen
tan bien como el pan su sitio en la mesa.
Si poseen instinto para diferenciar a su dueño
con la precisión con que lo hace
el olfato del perro.
Si como el pan y el vino ocupan
un lugar exacto en la mesa
comunicando calor a las manos seguras
de alguien que sabe en este momento
lo que quiere. Si viven en su fuero a merced
de lo que se espera de ellas
prestas a confiarnos,
cuando lo solicitemos,
el poema. O si, menos dadivosas que el pan,
solo renuentemente y con rabia
sabias por fin entregan sus vidas oscuras y terribles
a quienes, poniéndoles cerco,
obstinadamente ensayan descifrar sus misterios.
As
palavras
Não
sei se as palavras reconhecem
tão
bem como o pão seu lugar na mesa.
Se
possuem instinto para diferenciar seu dono
com
a precisão com que o faz
o
olfato do cachorro.
Se
como o pão e o vinho ocupam
lugar
exato na mesa
comunicando
calor às mãos seguras
de
alguém que sabe neste momento
o
que quer. Se vivem em seu foro, à mercê
do
que se espera delas
prestes
a confiarmos,
quando
o solicitemos,
o
poema. Ou, se menos dadivosas que o pão,
só
com relutância e com raiva
sábias,
por fim, entregam suas vidas escuras e
terríveis
a quem,
lhes põe cerco
obstinadamente
ensaiam decifrar seus mistérios.
Ilustração:
ônix.blogs.sapo.pt
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