Um outro Eugenio

Amantes

Eugenio Montejo

Se amaban. No estaban solos en la tierra;
tenían la noche, sus vísperas azules,
sus celajes.

Vivían uno en el otro, se palpaban
como dos pétalos no abiertos en el fondo
de alguna flor del aire.

Se amaban. No estaban solos a la orilla
de su primera noche.
Y era la tierra la que se amaba en ellos,
el oro nocturno de sus vueltas,
la galaxia.

Ya no tendrían dos muertes. No iban a separarse.
Desnudos, asombrados, sus cuerpos se tendían
como hileras de luces en un largo aeropuerto
donde algo iba a llegar desde muy lejos,
no demasiado tarde.

Amantes

Se amavam. Não estavam sozinhos na terra;
havia a noite, suas tardes azuis
seus véus.

Viviam um para o outro, se apalpavam
como duas pétalas que não se abrem no fundo
de alguma flor do ar.

Se amavam. Não estavam sozinhos na praia
de sua primeira noite.
E era a terra a que se amava neles,
o ouro noturno de suas voltas,
a galáxia.

Já não teriam duas mortes. Não iriam separar-se.
Nus, assombrados, os corpos se estendiam
como fileiras de luzes num largo aeroporto
onde algo ia chegar de muito longe,
não demasiadamente tarde.