Carlos
Latorre
América,
el
mar que mece el gran barco del hemisferio.
Sus
orillas con formas de mujeres que se niegan a dar a luz,
el
cielo que nunca es suficiente,
la
montaña que crece y crece para alcanzar a ver lo que está y lo que no está,
la
llanura, esa piel de la tierra o de animal en estado de contemplación;
el
viento que sopla para ponerlo todo en limpio,
el
desierto del que resulta imposible desertar,
las
islas que algún día se han de unir,
la
leche del calor que hierve desde el Trópico al Ecuador;
el
frío del sur, hielo sin norte que lo salve;
el
río que llega precisamente de donde uno quisiera ir,
los
lagos en los que el agua se cansa de esperar,
los
bosques donde el lobo siempre está,
los
esteros con el barro con el que alguien amasó a la criatura de esta latitud;
el
hombre que puede llegar a ser el Hombre en esta vana enumeración que casi
olvida,
inexplicablemente,
la
apuesta de ese mismo hombre a Todo
o
Nada
SER AMÉRICA
América,
o
mar que mede o grande barco do hemisfério.
Suas
praias com formas de mulheres que se negam a dar à luz,
o
céu que nunca é suficiente,
a
montanha que cresce e cresce para alcançar e ver tudo que está e o que não
está.
A planície,
essa pele da terra de animal em estado de contemplação;
o
vento que sopra para por tudo a limpo,
o
deserto do qual resulta a impossibilidade de desertar,
as
ilhas que algum dia irão se unir,
o
leite de calor que ferve desd’o Trópico ao Equador;
o
frio do sul, gelado sem norte que o salve;
o
rio que chega precisamente de onde não quisera ir,
os
lagos nos quais a água se cansa de esperar,
os
bosques onde o lobo sempre está,
os
pântanos com o barro com que alguém amassou a criatura desta latitude;
o
homem que pode chegar a ser Homem nesta vã enumeração que quase se esquece,
inexplicavelmente,
a
aposta desse mesmo homem no Tudo
ou
Nada.
Ilustração:
passaembuenosaires.wordpress.com
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