Elías
Nandino
A
oscuras, yacentes
en
el mismo lecho,
somos
brasas despiertas
que
vigilan
el
pulso de sus lumbres.
Me
animo y aventuro
mi
mano por su cuerpo:
voy
encontrando
laderas
y llanuras,
asomo
de pezones
y
un par de lomas redondas
que
en un precipicio
aparta,
haciendo
entre las dos
una
cañada.
A
tientas
en
su fondo palpo
un
inasible vello
casi
sueño…
Parece
que ando cerca
de
las puertas del cielo.
El
merodeo prosigue
y
después
de
subidas y bajadas,
bajadas
y subidas,
doy
con algo
inédito
y matrero.
–
¡Hallazgo afortunado
que
al fin me queda
como
anillo al dedo!-
TATEAR NOTURNO
No
escuro, deitados
no
mesmo leito,
somos
brasas acordadas
que
vigiam
o
pulso de suas luzes.
Me
animo e aventuro
a
minha mão para o seu corpo:
vou
encontrando
ladeiras
e planícies,
o
eriçar dos mamilos
e
um par de morros redondos
que
em um precipício
se
aparta,
fazendo
entre os dois
um
vale.
Tateando
no
seu plano inferior
um
cabelo incompreensível
quase
sonho ...
Parece
que estou perto
das
portas do céu.
O
vadiagem prossegue
e
depois
de
altos e baixos,
descidas
e subidas,
dou
com algo
inédito
e matreiro.
Achado
afortunado
Que,
ao fim, me caí
como
um anel no dedo!
Ilustração:
Revista SAMIZDAT.
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