DIARIO
MORIR
Julio Barrenechea
Yo
no soy el que vive,
vive
el mundo en mis ojos.
Los
colores, el ruido
en
el atento oído.
La
suave piel del mármol
vive
en el tacto fino.
Habitan
en el húmedo paladar los sabores,
y
en el olfato
el
alma de las flores.
Yo
no vivo, yo capto la vida solamente.
Soy
el pobre recinto
donde
la luz asila pasajera
su
vida permanente.
Soy
el deudo que sufre por las mortales cosas.
Asisto
al funeral de cada mariposa,
y
siento que pierdo algo al morir cada rosa.
Si
pudiera irme solo si pudiera
irme
sin todo lo que va conmigo
Viendo
la juventud no envejeciera.
Me
veo envejecer en mis amigos.
¡Oh,
gris profundidad! ¡Oh, lejanía!
Bruma
de los espejos empañados.
¡Cómo
se van secando las pupilas!
¡Cómo
se van los rostros alejando!
Ah,
quién pudiera detener los rostros.
Que
no sigan hundiéndose en el aire,
que
no caigan al fondo de los ojos,
que
sigan en la luz, que no naufraguen.
Si
pudiera irme solo, si pudiera
irme
sin todo lo que va conmigo.
Si
fuera mi morir sólo una sombra
que
se consume sola en lo encendido.
Si
mientras yo me muero entre las cosas
todo
fuera quedando intacto y vivo.
Si
el venero secreto de mi llanto
en
rejas de cristal fuera vertido,
ante
un recinto de color y canto.
Si
sólo yo penara en mi pasado,
no
moriría tanto como muero,
porque
no muero en mí sino en lo amado.
DIÁRIO DE MORRER
Eu
não sou o que vive,
vive
o mundo em meus olhos.
As
cores, o ruído
no
atento ouvido.
A
suave pele de mármore
vive
no tato fino.
Habita no úmido paladar dos sabores,
e
no olfato
a
alma das flores.
Eu
não vivo, eu capto a vida somente.
Sou
o pobre recinto
onde
a luz aloja passageira
sua
vida permanente.
Sou
o devedor que sofre pelas coisas mortais.
Assisto
ao funeral de cada mariposa,
e
sinto que perco algo ao morrer de cada rosa.
Se
pudesse ir-me só se pudesse
ir-me
sem tudo o que vai comigo
Vendo
a juventude não envelheceria.
Me
vejo envelhecer nos meus amigos.
Oh!
Profundidade cinza! Oh! Distância!
Bruma
dos espelhos embaçados.
Como
se vão secando as pupilas!
Como
se vão os rostos se afastando!
Ah!
Quem poderia deter os rostos.
Que
não sigam perdendo-se no ar,
que
não caiam no fundo dos olhos,
que
sigam na luz, que não naufraguem.
Se
pudesse ir-me só, se pudesse
ir-me
sem tudo o que vai comigo.
Se
fosse o meu morrer só uma sombra
que
se consome só se ilumina.
Se
enquanto eu for morrendo entre as coisas
tudo
fosse ficando intacto e vivo.
Se
o manancial secreto de meu pranto
em
barras de cristal fosse vertido,
ante
um recinto de cor e canto.
Se
só eu pensasse em meu passado,
não
morreria tanto como morro,
porque
não morro em mim sim no amado.
Ilustração:
Globo.com.
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