Saturday, December 30, 2017

E, mais uma vez, o inesquecível Pablo Neruda


Poema 14

Pablo Neruda

Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del  sur?

Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.
De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.


POEMA 14

Jogas todos os dias com a luz do universo.
Sutil visitadora, chegas com a flor e a água.
És mais que esta branca cabecinha que aperto
como uma raiz entre minhas mãos a cada dia.

Com ninguém te pareces desde que te amo.
Deixa-me te ter entre as guirlandas amarelas.
Quem escreve teu nome com letras de fumo entre as estrelas do sul?

Ah! Deixa-me recordar-te como eras, então, quando ainda não existias.
De pronto o vento uivava e golpeava a minha janela fechada.
O céu é uma rede coalhada de peixes sombrios.
Aqui vem dar todos os ventos, todos.
Se desviaste da chuva.

Passam fugindo os pássaros.
O vento. O vento.
Eu só posso lutar contra a força dos homens.
O temporal faz redemoinho das folhas escuras
e solta todos os barcos que  de noite amarraram ao céu.

Tu estás aqui. Ah! Tu não foges.
Tu me responderás até o último grito.
Aninha-te a meu lado como se tivesses medo.
Sem embargo, alguma vez correu uma sombra estranha por teus olhos.

Agora, agora também, pequena, me trazes madressilvas,
e tens até os seios perfumados.
Enquanto o vento triste galopa matando borboletas
eu te amo, e minha alegria morde tua boca de ciriguela.

Quanto te haverá doído acostumar-te a mim,
à minha alma só e selvagem, a meu nome que a todos afugentam.
Temos visto arder tantas vezes os astros beijando-te os olhos
e sobre nossas cabeças desmanchar-se os crepúsculos em leques girando.

Minhas palavras choveram sobre ti acariciando-te.
Amei desde tanto tempo teu corpo de nácar ensolarado.
Até te creio dona do universo.
Te trarei das montanhas flores alegres, lilases,
avelãs escuras, e cestas silvestres de beijos.

Quero fazer contigo
o que a primavera faz com as cerejas.

Ilustração: Flores.culturamix.com. 

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